El mundo del metalero Sigurd Wongraven: entre la calma y el caos

Sigurd Wongraven y su Porsche Taycan 4S, en medio de la naturaleza nórdica.

El vocalista del grupo de black metal ‘Satyricon’ y compositor de un mundo sonoro para Edvard Munch, vive a caballo entre sonidos atronadores y otros muy sutiles. En los circuitos de carreras y en la paz de la naturaleza en Noruega, su país natal. La combinación entre sus dos Porsches 911 GT3 y su Taycan 4S es el contrapunto lógico a su universo de marca.

Solo se oye el murmullo de las hojas mientras Sigurd Wongraven está recostado en su hamaca de trekking suspendida entre dos árboles. A menudo necesita silencio. Los vastos bosques cerca a Oslo (Noruega) son su lugar de retiro.

«Paso aquí la noche y dejo que el sonido de la oscuridad haga efecto en mí. La luna, los olores y el centelleo de las estrellas me sirven de inspiración. Así surgen muchos de mis textos», dice el artista de 46 años, que se dio a conocer a nivel mundial por ser el vocalista del grupo noruego de black metal Satyricon.

Con una linterna en su frente, Wongraven hace rutas nocturnas de esquí de fondo hasta en pleno invierno. Y le gusta hacerlo fuera de las pistas más frecuentadas, para lo que se necesita experiencia con la nieve. Conoce bien las trampas de la naturaleza, como buen nórdico, a la que le tiene mucho respeto

Su personalidad destaca por una calma confiada. La obtiene de la intensidad con la que afronta todo lo que hace. Saltar fronteras y cambiar de velocidad es su especialidad. Una vida igual que una composición donde hay sonidos muy estridentes y otros muy sutiles.

Quien le conozca por sus actuaciones al ritmo del rock duro en traje negro y con su fantasmagórico maquillaje blanco difícilmente se lo imaginará ensoñando en una hamaca, rodeando de la naturaleza escandinava. La combinación de estridencia y sutileza continúa en su garaje: dos Porsches 911 GT3 (991 y 992) comparten espacio con un Porsche Taycan 4S.

 

 

Miembro fundador de la banda Satyricon

Wongraven vive a un ritmo de vértigo desde que abandonó la escuela a los 17 años sin terminar los estudios. La música pudo más, y ya había conseguido un contrato discográfico con Satyricon. Quería dinamitar las categorías conocidas, crear cosas nuevas. Y echó raíces en el por entonces joven género del black metal, una tendencia del underground más oscuro de origen fundamentalmente escandinavo.

Wongraven aprendió a tocar la batería y cambió más tarde a la guitarra. Influido por los precursores del heavy, le fascinaba la forma de tocar de Tony Iommi, el guitarrista de Black Sabbath.

Sus riffs furiosos en tono menor se reflejan en el sonido particular de Wongraven, que situó a Noruega en el panorama mundial del metal. Como miembro fundador de Satyricon, Wongraven pertenece a la primera generación del movimiento black metal.

 

 

Inseparables

Unido a su guitarra, Wongraven también disfruta a veces del blues clásico. Una de sus muchas pasiones.

Cantante y autor de canciones, en el tema King, ruge y gruñe como un depredador. Él mismo creó este estilo y desde entonces no ha dejado de experimentar con él. No obstante, no ha perdido nunca su gusto por el viejo blues. Wongraven puede pasarse horas hablando de música y de sus conciertos desde Sídney (Australia) a San Petersburgo (Rusia).

«El grupo se mueve principalmente por clubes y salas de tamaño mediano«, dijo sobre la planificación de las giras, «ya que en los grandes estadios se pierde el contacto con nuestros fans, que son muy especiales».

 

 

Polifacético ambiente sonoro para las obras de Edvard Munch

Entre los álbumes de Satyricon Volcano Now, Diabolical, Wongraven se dedicó a otra de sus grandes pasiones y, al cumplir 30 años, se compró su primer Porsche 911, un Carrera 4 (993) negro. «El último con refrigeración de aire», dijo con orgullo.

«El 911 ha sido desde siempre para mí como una Les Paul, por hacer una analogía con las guitarras más emblemáticas. En cuanto a forma y sonido, todo un clásico«. Con el auto de segunda mano se movía a diario e incluso transportaba sus snowboards a las pistas del Holmenkollen. Le sacó mucho partido al Porsche, lo investigó a fondo como suele hacer con todo y se mantuvo fiel a la marca.

Con ansia de descubrimiento y profundizando con pasión hasta convertirse en todo un experto, así empezó el artista una segunda carrera como productor vinícola. Eso fue tras el éxito del álbum The Age of Nero, publicado en 2008. «Tras casi 15 años con la banda necesitaba un nuevo impulso«. Hace mucho que los cuvées que llevan su nombre son una etiqueta asentada en el mundillo.

 

 

Íntimo:

Sigurd Wongraven compone sonidos para una exposición de Edvard Munch. El cuadro ‘Der Todeskuss’ (‘El beso de la muerte’) está colgado en el estudio de grabación.

Actualmente, en una cabaña de granjero hecha de troncos de madera marrón oscuro y reconvertida en un estudio de sonido de alta tecnología con un incomparable ambiente nórdico, está surgiendo una vez más un nuevo capítulo en su agitada vida: una instalación sonora para una exposición especial en el espectacular Museo Edvard Munch, que sobresale como un acantilado hacia el muelle del puerto de Oslo.

Junto con el ingeniero de sonido Erik Ljunggren, que en su día ya estuvo a los mandos de la mesa de mezclas con el famoso grupo A-ha, Wongraven está desplegando un polifacético ambiente sonoro que envolverá en una nube de sonido una selección especial de la prolífica obra de Munch.

El diálogo se llama Satyricon & Munch, y será inaugurado el 30 de abril de 2022. «Enfrentarme a este gran maestro ha sido el mayor reto de mi carrera hasta ahora«, reconoció el músico. «Al principio, el realismo sin tapujos de Munch dio pie a escándalos. Un azote de la burguesía que no lo tuvo fácil para imponerse. ¡Eso va conmigo!». Wongraven contempla en silencio la litografía en blanco y negro Der Todeskuss (‘El beso de la muerte’), una de sus obras favoritas de Munch.

 

Sigurd Wongraven y el GT3 en la pista

Tras la calma, llega de nuevo el momento para la faceta más ruidosa, esta vez en el marco del Rudskogen Motorsenter, un circuito de tres kilómetros y 250 metros creado por el arquitecto alemán Hermann Tilke, que ha diseñado prácticamente todos los circuitos de Fórmula 1 modernos. En él se da cita la comunidad automovilística de Porsche de Oslo.

 

 

Libertad:

En busca de vueltas rápidas en la pista, el músico despliega su faceta más estridente al volante del Porsche 911 GT3.

El vocalista de metal menciona su récord en el circuito remarcando especialmente el último decimal: 1:32,7 minutos. «Primero luchas por segundos y llega un momento en que lo que cuentan son las décimas», dijo. El GT3 (991) rojo indio con sus iniciales (SW) en la matrícula es otro reto al que se dedica en cuerpo y alma.

 

Reminiscencia:

El Porsche Taycan 4S de Wongraven lleva el diseño Salzburgo de la primera victoria de la marca en la clasificación general de las 24 Horas de Le Mans.

Dijo que, como miembro del Automóvil Club de Rudskogen, tardó todo un año en interiorizar el recorrido y en dominar el auto deportivo de 500 CV (368 kW) en cada metro y cada maniobra. También en este ámbito, la gran autoexigencia de Wongraven es lo que explica la tranquila prestancia con la que analiza ahora el circuito.

El nombre de la larga recta cuesta abajo suena como el título de un álbum de metal: ANGSTEN. Y el giro posterior marca un cambio de sentido muy del gusto de un piloto como él, siempre ávido de experiencias.

 

 

Un puente entre épocas

‘Go with the flow’ es un lema del hip hop que conoce bien Wongraven, como fan del popular grupo neoyorquino Beastie Boys. Padre de dos hijos, desde finales de 2020 recorre con su Taycan 4S toda Noruega, el país con la mayor densidad de vehículos eléctricos del mundo. Habla con entusiasmo sobre la aceleración y el par motor y compara la transición del GT3 al deportivo eléctrico con un cambio de guitarra.

El hecho de que su Taycan llame la atención en cualquier semáforo de Oslo no se debe solo a la exclusividad de la marca: el artista, muy dado al individualismo, encargó recubrir el auto con una película adhesiva en el legendario diseño Salzburgo.

Una reminiscencia sobre ruedas del Porsche 917 con el que Hans Herrmann y Richard Attwood se llevaron en 1970 la primera victoria para Porsche en la clasificación general de las 24 Horas de Le Mans. «La inspiración me vino de Porsche Cars North America«, dijo. «Para su lanzamiento en Florida, presentaron el Taycan con cuatro famosos looks de automovilismo».

 

 

Tonos suaves:

El músico, amante de la naturaleza, disfruta conducir en su Porsche Taycan 4S. “Estoy aprendiendo a apreciar cada vez más la conducción eléctrica. Es un avance positivo e irreversible”, dijo Wongraven.

 

Su antigua casa de campo lo tiene todo:

Alberga el estudio de grabación de alta tecnología en el que Sigurd Wongraven está trabajando en paisajes sonoros para una exposición especial en el Museo Edvard Munch de Oslo. El noruego es conocido por ser el líder de la banda de black metal Satyricon.

Sigurd Wongraven también acentúa su pasión por las carreras con el Taycan puramente eléctrico. Eligió una película adhesiva con el legendario diseño de Salzburgo, un guiño al Porsche 917 con el que Hans Herrmann y Richard Attwood lograron la primera victoria absoluta de Porsche en las 24 Horas de Le Mans en 1970. Para el artista el diseño simboliza un puente entre dos épocas de la historia del automóvil.

 

 

Tonos fuertes:

Además del Taycan 4S, Sigurd Wongraven también posee dos Porsche 911 GT3. Los lleva con regularidad a la pista de Rudskogen Motorsenter.

Sigurd Wongraven ha dominado las exigentes pistas de carreras y maniobra el 911 GT3 (991) de color Guards Red para lograr nuevos récords personales. «Primero luchas por segundos y llega un momento en que lo que cuentan son las décimas», dijo. Recientemente dio una vuelta a la pista de tres kilómetros y 250 metros del Rudskogen Motorsenter en 1: 32,7 minutos.

Sin embargo, la pura nostalgia no es una magnitud relevante para un vanguardista como él. Con el emblemático número 23, el diseño simboliza más bien un puente entre dos épocas de la historia del automóvil. «Cada vez estoy aprendiendo a valorar más la conducción eléctrica…

Es una evolución positiva y además ya no tiene vuelta atrás. Al mismo tiempo, disfruto cada recorrido con el GT3. Y, sobre todo» –concluye Sigurd Wongraven–, «¡tengo curiosidad por descubrir cuáles serán los próximos retos que me esperan!».

 

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